Gregorio del Pilar General Niño

Gregorio del Pilar, el General Niño

Gregorio del Pilar y Sempio (14 de noviembre de 1875-2 de diciembre de 1899) fue uno de los generales más jóvenes del ejército revolucionario filipino durante la guerra contra España y la Guerra Filipino-Estadounidense, por lo que se le conocía con el apodo de el General Niño.

Murió con 24 años luchando contra los norteamericanos, pero antes alcanzó la fama en hechos de armas tales como los sucesivos asaltos contra el cuartel de los cazadores españoles en el municipio de Paombong, su victoria en la primera fase de la batalla de Quingua o su última defensa en la batalla del Paso de Tirad, frente al ejército norteamericano.

Gregorio del Pilar nació en Bulacán, el 14 de noviembre de 1875, hijo de Fernando Hilario del Pilar y Felipa Sempio y sobrino de Marcelo y Toribio H. del Pilar, propagandistas exiliados en Guam tras el Motín de Cavite de 1872. Llamado familiarmente “Goyong” estudió en el Ateneo Municipal de Manila donde obtuvo el título de Bachiller a los 20 años.

Gregorio del Pilar y la revolución filipina

Al estallar la insurrección contra los españoles, Gregorio del Pilar de unió a las fuerzas de Andrés Bonifacio junto con otros bulakeños, destacando como comandante de campo contra los defensores españoles de Bulacán.

En diciembre de 1896 participó en un ataque en Kakarong de Sili-Pandi, en Bulacán, ciudad que defendió posteriormente frente al contrataque español el 1 de enero de 1897 al mando del general Ríos. Las cinco columnas españolas compuestas por unos 1300 hombres al mando directo de los tenientes coroneles Villalón y López Arteaga convergieron sobre Karakong desde cinco direcciones diferentes, logrando desalojar a los 5000 rebeldes refugiados en el pueblo y causándoles numerosas bajas, pero sin capturar a su líder, Llanera.

Gregorio del Pilar luchó con bravura recibiendo una herida en la frente y siendo ascendido al rango de teniente. Posteriormente, fue ascendido a teniente coronel tras el exitoso ataque a la guarnición española de Paombomg, también en Bulacán, donde logró capturar 14 rifles máuser; plan que el mismo propuso al líder revolucionario Emilio Aguinaldo, con el que hubo de exiliarse en Hong Kong tras la paz de Biak-na-Bato.

Gregorio de Pilar volvió a Filipinas tras la derrota española en la batalla de Cavite, siendo nombrado gobernador de las provincias de Nueva Écija y de su propia ciudad Bulacán, donde el 24 de junio de 1898 aceptó la rendición de las tropas españolas y posteriormente fue ascendido a general de brigada.

Gregorio del Pilar General Niño

Gregorio del Pilar y su Estado Mayor

Promesas rotas

A pesar del apoyo que los filipinos prestaron a los Estados Unidos en su guerra contra España y de la declaración del presidente MacKinley de que la anexión de Filipinas habría sido, “según nuestro código moral, una agresión criminal”, el 14 de agosto de 1899, 11 000 soldados norteamericanos fueron enviados a ocupar las islas.

Gregorio del Pilar General Niño

Gregorio del Pilar al frente de sus tropas

Cuando estalló la guerra con los Estados Unidos, a la que España había cedido Filipinas y Cuba por el Tratado de París de 1898, el General Niño volvió a llevar a sus tropas filipinas a la victoria en la primera fase de la batalla de Quingua, en la que rechazó la carga de caballería del comandante Franklin Bell y donde perdería la vida el coronel estadounidense John M. Stotsenburg.

En varias ocasiones fue enviado en misión de paz representando al Ejército y al presidente en busca de un alto el fuego entre ambos ejércitos. Posteriormente, siendo gobernador militar de Pangasinán, se convirtió en la mano derecha del general Aguinaldo.

La muerte alcanzó al General Niño el 2 de diciembre de 1899, durante la batalla del Paso Tirad en la que lideraba a sesenta hombres en una acción para cubrir la retirada de Aguinaldo, cuando recibió un disparo en el cuello. Su cadáver fue expoliado por los soldados del 33.º Regimiento estadounidense y durante días quedó expuesto a la intemperie, hasta que fue recogido y enterrado con honores militares por el teniente Dennis P. Quinlan, quién grabó en su lápida: “Un oficial y un caballero”.

Miniaturas de la Guerra de Filipinas 

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